La mayoría de las veces, hablamos con Dios con las luces encendidas,  oramos antes de las comidas, durante la adoración o antes de dormir cuando y donde las luces están encendidas. Con los ojos cerrados y la cabeza inclinada, se establece el ambiente para la conversación. Entonces, tal vez no consideremos el rastro de esta dicotomía en las Escrituras o pensamos en las implicaciones teológicas de la luz y la oscuridad, su uso como indicadores de los hijos de Dios o el adversario, sus significados en la liturgia y la vida.

Una mañana, estaba orando en mi oficina y se apagaron las luces. Las luces de mi oficina son sensoriales y después de cierto tiempo sin movimiento, se apagan.

A decir verdad literalmente salté mientras estaba sentado en mi silla. Francamente, me asusté, pero luego recordé que se trataba de los sensores de movimiento y decidí tranquilizarme. Tenía los ojos cerrados, pero la ausencia de luz trajo una sensación de calma.

Sin saberlo, estaba cerrando los ojos con fuerza. Pero en la oscuridad, podía liberar la tensión, permitir que mis ojos se se relajaran. La fresca oscuridad de la madrugada era reconfortante. Y pensé para mí mismo: "Debería orar en la oscuridad más a menudo".

Pero no lo hago. La mayoría de las veces, cuando mi vida se oscurece y aparentemente no hay luz, ni señal de Cristo, no estoy tranquilo. Estoy tirando cajones en busca de fósforos, velas y linternas. Estoy revisando mi relación con Dios y evaluando si todavía soy un discípulo o si he hecho algo que podría hacer que Dios me dé la espalda. hojeo páginas de la Biblia tratando desesperadamente de encontrar una palabra que pueda aliviar las circustancias. Sin duda, mi apariencia exterior no da indicios de mi confusión interior.

Me gustaría decir que inmediatamente clamo a Dios en la oscuridad. Pero no lo hago. La oscuridad tiene el efecto contrario. Le tengo miedo a la oscuridad y me paraliza. No solo pierdo la vista, sino la voz.

Cuando entro el pánico, olvido que hay incluso una luz o un interruptor, que si me muevo, ya sea por fe o por miedo, la luz volverá a encenderse. Y como aprendí esa mañana en mi oficina, puedo orar en la oscuridad y no tener miedo. Puedo relajarme y orar en la oscuridad, seguro como el salmista de que “Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz. ”(Salmo 139.12).

No tengo que conocer el camino porque conozco el Camino y mientras camine con Dios, nunca mas estaré en la oscuridad.



Padre, hay tantas cosas que he hecho o dicho hoy que son contrarias a tu voluntad, perdóname. Si le he abierto alguna puerta al enemigo en mi vida a causa del pecado, Señor, ciérrala. Límpiame con la sangre de tu amado Hijo y ayúdame a caminar en tus caminos. Jesús, protégeme del terror de la noche y de la pestilencia que anda en tinieblas. tengo miedo y me asusta tan siquiera pensarlo, no voy a temerle a ninguna cosa que intente arrebatarme mi paz y tranquilidad, en el nombre de Jesús Me voy a dormir sabiendo que ningún mal me sobrevendrá esta noche ni ninguna plaga se acercará a mi morada. Gracias por responder a mis oraciones, amén.



"Terminar el día con una oración es la mejor manera de dejar de lado el estrés y encontrar la paz antes de dejarse llevar por el agobio nocturno. No importa lo que halla pasado hoy, hablar con Dios en la noche renovará tu fe y te ayudará a experimentar el verdadero descanso"

 

Que se renueve tu esperanza y se dupliquen tus bendiciones. Cuando te despiertes mañana, estarás mas cerca de las metas que quieres alcanzar, ahora descansa, relájate y concéntrate en recuperar tus fuerzas. A partir de este momento, Dios está preparando un día maravilloso, lleno de oportunidades, y seguro que sabrás aprovecharlas, que tengas un buen y placentero descanso. C.E

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