Plegaria pidiendo la destrucción de los enemigos de Sion
Cántico gradual.
129 Mucho me han angustiado desde mi juventud,
Puede decir ahora Israel;
2 Mucho me han angustiado desde mi juventud;
Mas no prevalecieron contra mí.
3 Sobre mis espaldas araron los aradores;
Hicieron largos surcos.
4 Jehová es justo;
Cortó las coyundas de los impíos.
5 Serán avergonzados y vueltos atrás
Todos los que aborrecen a Sion.
6 Serán como la hierba de los tejados,
Que se seca antes que crezca;
7 De la cual no llenó el segador su mano,
Ni sus brazos el que hace gavillas.
8 Ni dijeron los que pasaban:
Bendición de Jehová sea sobre vosotros;
Os bendecimos en el nombre de Jehová.
Cuando leí este Salmo por primera vez, no estaba familiarizado con él. Ni siquiera estaba seguro de a qué se refería la palabra imágenes. Sin embargo, después de leer varias otras traducciones, pude apreciar las descripciones del autor sobre cómo encontrar la libertad de sus enemigos. Sin embargo, una cosa que no haré es maldecir a mis enemigos, porque Jesús dijo que oramos por ellos (Mateo 5: 43-45). Este es un Salmo corto pero muy descriptivo. Intenté plasmarlo en mis propias palabras y experiencia.
“Desde muy joven me he sentido atacado por el enemigo, Satanás.
Incluso de adulto, Satanás me ataca a través de otros que no aman a Dios.
¡Pero Dios ganó la victoria!
Envió a Jesús para liberarme de aquellos que quieren hacerme daño.
¡Esos matones deberían estar avergonzados!
Son como una fogata a la que se le echa agua encima para que no dé calor y se apaga.
No pueden ser bendecidos ".
Ahora ve y bendice a alguien hoy.
No tenemos que tener palabras cuando oramos. Dios sabe lo que hay en nuestro corazón y, a veces, nuestro dolor o sufrimiento es tan intenso que ni siquiera podemos expresarlo con palabras. El Espíritu Santo intercede por nosotros en nuestro nombre, dejando que Dios sepa exactamente lo que estamos sintiendo. Es un hermoso grito de desesperación para nuestro Padre que puede ayudarnos.
Jesús, te alabamos por tu justicia, por tu muerte sustitutiva en la cruz por nosotros, por tu resurrección, por tu ascensión al cielo, por tu promesa de que volverás. Esa justicia se dará a conocer en toda la tierra. Esa maldad un día no continuará más, que en un cielo nuevo y una tierra nueva no habrá más dolor, no más sufrimiento, no más injusticia, no más maldad. Lo viejo se habrá ido y vendrá lo nuevo. Descansamos en esta realidad, esperamos esa realidad, y oramos para que nos ayudes hasta ese día a trabajar por la justicia, a vivir con justicia, a trabajar con los justos, a trabajar con compasión por aquellos que están sufriendo como un resultado de la maldad, para difundir tu evangelio, sus buenas nuevas de juicio y gracia y misericordia disponibles en Cristo en el nombre de Jesús. Amén.
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