Exhortación a la alabanza

149 ¡Aleluya!

Canten al SEÑOR un cántico nuevo;
sea su alabanza en la congregación
de los fieles.
Alégrese Israel en su Hacedor; gócense en su Rey los hijos de Sion.
Alaben su nombre con danzas; canten al son del pandero y de la lira.
Porque el SEÑOR se agrada de su pueblo, a los humildes adornará con salvación.
Los fieles se regocijarán con gloria;
cantarán desde sus camas.
Exalten a Dios con su garganta,
y con espada de dos filos en sus manos
para tomar venganza de las naciones
y dar castigo a los pueblos,
para aprisionar a los reyes con grilletes
y a sus nobles con cadenas de hierro,
para ejecutar en ellos la sentencia escrita. Él será esplendor para todos sus fieles. ¡Aleluya!




 Padre, nos llamas a deleitarnos en ti, a encontrarte como nuestro mayor tesoro. Otro salmo pregunta: "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?" ¨Salmo 8¨. Sin embargo, más que consciente, te deleitas con tus hijos. Padre, como hijos e hijas, nos amas, disfrutas de nuestra presencia y anhelas que estemos en la tuya. Gracias por el don de la salvación en Jesús que abre esa puerta. Que mantengas mi corazón cercano al tuyo. Alegre estoy porque la gracia es un regalo de amor que no merezco. Amén.




 Oh Padre, cuán hermosa y verdadera es Tu Palabra en el Salmo 149. Yo también deseo unirme a la compañía de los santos para alabar Tu nombre. Es la expresión más alta de nuestra humanidad formada por Dios poder elevar nuestros corazones y mentes hacia nuestro Creador y rendirle nuestro agradecimiento. Nunca estoy más vivo que cuando estoy en el acto de adoración. Bendigo tu nombre porque me llamaste del desierto del pecado al templo de los justos. Bendito eres, Cristo Jesús, Señor nuestro, Mediador de un mejor pacto, porque tú, en tu justicia y juicio mediante la expiación desinteresada, Tu vara y tu cayado me guían y tu Palabra me asegura que he pasado de la muerte a la vida. Bendito sea tu nombre Cristo Jesús, hoy, y con ángeles y arcángeles y toda la compañía del cielo, para alabar y magnificar tu glorioso nombre. Tú, oh Dios Trino, eres el Compositor del “cántico nuevo” que has puesto en nuestros corazones y en nuestros labios. Toda la gloria sea para ti, Señor Cristo y por la edificación de tu Iglesia, para llevar a cabo tu voluntad, oramos con alegría y humildad. Amén.

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