Cuando dios calla…

 

El salmo 28:1 dice:

 

A ti clamaré, Jehová ¡Roca mía, no te desentiendas de mí!

¿Alguna vez has lanzado esa misma súplica ante el «silencio de Dios» en tu vida? ¿Has tenido la sensación de que el Señor no escucha tu clamor? Sin duda alguna, todos hemos pasado por esta experiencia.

Es importante reconocer la necesidad de ser pacientes y esperar en Dios, pero, ¿cómo lo logramos en esos días en los que estamos angustiados, deseando escuchar la voz de Dios, y lo único que escuchamos es su silencio?

Dios maneja un tiempo que no es el nuestro. El tiempo nuestro lo manejamos con un reloj y a veces, el reloj nos maneja a nosotros. A veces hacemos las cosas apremiados por el tiempo o como también se dice: “contra reloj”, y los resultados no son muy buenos.

 

Dios no usa reloj, pero nos da las cosas cuando es el mejor momento para nosotros, el tiempo más conveniente. Muchas veces arruinamos lo que Dios quiere hacer, o aún nuestras propias vidas, por apresurarnos y tomar decisiones incorrectas movidos por la ansiedad y la desesperación.

Quizás estés clamando porque enfrentas una situación muy dura emocional o económicamente. Puede que ya ni recuerdes qué es tener una buena salud, o que hayas perdido toda oportunidad de estudiar la carrera con la que siempre has soñado.

Los días de espera se transforman para ti en una cárcel del tiempo; pasa uno, pasan dos, tres… clamas y vuelves a clamar, pero todo sigue igual.


No solo el salmista sintió el silencio de Dios. Abre la Biblia, y deja hablar a sus protagonistas. Abraham y Sara esperaron muchos años hasta que la promesa de un hijo se hizo realidad. El pueblo de Israel esperó cuarenta años para poder entrar en la tierra prometida. Simeón y Ana vieron sus cabellos encanecerse antes de tener la dicha de tomar en sus manos al Mesías prometido.

La lista podría alargarse si dedicas tiempo a encontrar a estos personajes que han vivido circunstancias parecidas a las tuyas. Pero no olvides una cosa: todos recibieron la promesa divina.

Todos, como David, entendieron el aparente «silencio de Dios» y pudieron exclamar finalmente: «¡Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos!».


¿Te das cuenta? Por muy desesperada que pueda parecer tu situación, por muchos días, meses o años en los que solo te parezca escuchar el silencio divino.

Dios oye la voz de tu ruego. Dios sigue siendo tu Roca.

Recuerda siempre que Cuando Dios calla, es porque está trabajando a tu favor.

 

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