
La tristeza nos embarga a todos en algún momento de la vida. No importa cuán fuerte seas, cuán estable parezca tu mundo o cuánta fe tengas, habrá días en los que el alma se sienta pesada y el corazón quiera rendirse. Pero si hoy no estás triste, qué gran bendición. Agradece ese respiro de paz, porque la alegría también es un regalo de Dios.
Sin embargo, si hoy la tristeza ha tocado tu puerta, quiero que sepas que también eres bendecido. Jesús mismo dijo: "Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación" (Mateo 5:4). Eso significa que Dios no ignora tu dolor, sino que lo reconoce y te promete consuelo. No estás solo en tu quebranto, estás en el camino de aquellos que serán abrazados por el amor del Padre.
El mundo nos dice que ser feliz es lo mejor que podemos experimentar, pero Jesús nos enseña que hasta en la tristeza hay un propósito, una bendición escondida, una oportunidad para acercarnos más a Dios. Así que si hoy lloras, si hoy sientes que el alma te pesa, no pienses que Dios te ha olvidado. Piensa que Él mismo ha declarado bendita tu tristeza, porque en ella, Él te encontrará y te consolará.
Reflexión: Dios, me siento triste, dame tu consuelo
Hola, ¿cómo te sientes hoy? Tal vez nadie te ha preguntado eso en todo el día. Tal vez llevas demasiado tiempo fingiendo que todo está bien cuando, en realidad, tu corazón está hecho pedazos. Puede que hoy la tristeza haya nublado tu ánimo, que el cansancio emocional te haga pensar que ya no puedes seguir adelante. Tal vez ni siquiera entiendes por qué te sientes así, pero dentro de ti hay un peso que no puedes soltar.
Si hoy te sientes triste, si el dolor te consume, quiero que sepas algo: Dios está contigo. No importa si sientes que tu mundo se cae a pedazos, Él sigue ahí. Aunque parezca que todos se han ido, aunque sientas que nadie entiende lo que te pasa, Dios te ve, Dios te escucha, Dios está sosteniendo tu corazón.
Dios te dice hoy: "No temas, porque Yo estoy contigo. No desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia." (Isaías 41:10).
A veces, la tristeza llega sin avisar. Otras veces, crece con el tiempo, como un dolor que se instala en el alma y se niega a irse. Quizás has perdido algo o a alguien. Tal vez te han fallado, te han herido, te han dejado solo en un momento en el que más necesitabas apoyo. O quizás simplemente te sientes vacío, como si nada en la vida tuviera sentido.
Dios lo sabe. Él ve cada lágrima que escondes, cada suspiro de angustia que nadie escucha. Él sabe que a veces no tienes fuerzas ni siquiera para orar. Pero aquí está la verdad que debes recordar: No es necesario que seas fuerte, porque Él es tu fortaleza. No necesitas tener todas las respuestas, porque Él es tu refugio.
El Salmo 34:18 nos recuerda algo hermoso: "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón, y salva a los contritos de espíritu." No estás solo. Dios está cerca. Tan cerca que puedes hablarle ahora mismo, tan cerca que puedes descansar en Sus brazos cuando ya no puedas más.
Hoy, no tienes que fingir que estás bien. Hoy puedes decirle a Dios exactamente cómo te sientes. No tengas miedo de derramar tu corazón delante de Él, porque Su amor es más grande que cualquier tristeza.
Oración: Señor, dame Tu consuelo
Padre amado, hoy vengo ante Ti con el corazón quebrantado. No quiero esconder mi dolor, no quiero fingir que todo está bien cuando por dentro me estoy derrumbando. Señor, estoy triste. Y necesito Tu consuelo.
Tú me conoces mejor que nadie. Sabes lo que me duele, lo que me pesa, lo que me roba la paz. Hay cosas que no entiendo, situaciones que me superan, momentos en los que siento que no puedo más. Pero hoy, en mi tristeza, levanto mis manos a Ti y clamo por Tu presencia.
Señor, abraza mi alma. Derrama sobre mí Tu amor sanador, seca mis lágrimas, lléname con Tu paz. Entra en este cuarto, en este lugar donde me siento tan solo, y hazme sentir que estás aquí.
Jesús, sé mi refugio en este momento. Cuando la tristeza quiera hundirme, recuérdame que Tú eres mi esperanza. Cuando el dolor parezca interminable, recuérdame que Tú eres mi sanador.
No sé cómo ni cuándo, pero creo que esta tormenta pasará. Y cuando lo haga, quiero levantar mi mirada y decir: "Fue Dios quien me sostuvo."
Gracias, Señor, porque aunque todo parezca oscuro, Tú sigues siendo mi luz.
En el nombre de Jesús, amén.
Kommentarer