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La santidad de Dios


Personas alabando a Dios
Solo Dios es santo

Queridos/as,


La santidad de Dios... ¿no es acaso un misterio envuelto en asombro y reverencia? Incluso el solo pensamiento en Su santidad nos deja perplejos, con la mente atónita ante la magnitud de este atributo único. ¿Cómo puede un Dios infinitamente santo, cuya pureza trasciende toda comprensión humana, permitir que seres finitos y falibles como nosotros tengan acceso a esta característica divina?


Es una pregunta que ha intrigado a pensadores, teólogos y buscadores espirituales a lo largo de las eras. La santidad de Dios, un rasgo tan extraordinario, parece estar fuera del alcance humano. Y, sin embargo, en este enigma divino se encuentra la esencia misma de nuestra conexión con Él.


En nuestros momentos más reflexivos, cuando la quietud de la noche nos rodea y las estrellas parecen susurrar secretos cósmicos, ¿no nos encontramos maravillados por la idea de estar cerca de la santidad de Dios? ¿No sentimos esa inquietud en nuestros corazones, esa anhelante necesidad de acercarnos a lo trascendental, a lo puro y a lo perfecto?

En este devocional, exploraremos juntos este misterio asombroso y desafiante.


Descubriremos cómo, a pesar de nuestras limitaciones humanas, podemos acercarnos al Dios Santo y experimentar Su presencia transformadora. Cada pensamiento, cada oración, nos acercará un poco más al entendimiento de cómo la santidad de Dios puede tocar nuestras vidas, purificándonos y guiándonos hacia un camino de rectitud y plenitud.


Prepárense, amigos míos, para adentrarse en un viaje que nos llevará más allá de los límites de nuestra comprensión y nos introducirá en la esencia misma de la santidad divina. Abramos nuestros corazones y nuestras mentes a la posibilidad de conocer al Dios Santo en una forma que va más allá de nuestras expectativas más audaces.


Que este devocional nos guíe hacia un encuentro profundo y significativo con la santidad de Dios, y que nuestras almas sean transformadas por la belleza y la perfección de Su presencia.

Amén.


 

Segunda Parte: La Santidad y la Presencia de Dios: Un Vínculo Sagrado


En el tejido mismo de la santidad, encontramos la esencia de la presencia de Dios. En el Antiguo Testamento, esta conexión se revela a través del Tabernáculo, un lugar sagrado donde la presencia divina residía entre su pueblo. Aquí, en este santuario, los sacerdotes se acercaban al propiciatorio, el lugar de la expiación, con temor y reverencia. Ellos comprendían que entrar en la presencia de Dios sin estar purificados significaba la muerte inmediata.


Este vínculo entre la santidad y la presencia de Dios es un recordatorio asombroso de Su pureza inigualable. La presencia de Dios es tan gloriosa y santa que la impureza y el pecado no pueden coexistir con Él. Imaginen la majestuosidad de ese momento en el Tabernáculo: el silencio solemne, el temor reverencial, la conciencia aguda de la necesidad de estar sin mancha para estar cerca de Dios.


Sin embargo, en nuestra era actual, vivimos bajo la gracia y la misericordia de Dios de una manera que los antiguos israelitas no conocían completamente. Agradecemos profundamente que, a través del sacrificio de Jesucristo, somos hechos dignos de entrar en la presencia de Dios. Ya no somos excluidos debido a nuestras fallas, sino que somos acogidos como hijos y hijas amados.


Este cambio radical se debe a la perfecta obra redentora de Jesús en la cruz. Su sacrificio nos limpia de toda mancha de pecado, nos cubre con Su justicia y nos permite acercarnos a Dios con confianza y gozo. Ya no tenemos que temer ser consumidos por la santidad de Dios, sino que podemos disfrutar de una relación cercana con Él, sabiendo que somos aceptados y amados tal como somos.


En esta nueva dispensación de gracia, somos llamados a ser portadores de la santidad de Dios al mundo. A través de nuestra relación con Él, somos transformados, nuestras vidas son purificadas y nuestros corazones son renovados. Al vivir en Su presencia, nos convertimos en testimonios vivientes de Su amor y santidad, mostrando al mundo que en Él encontramos nuestra verdadera identidad y significado.


Agradezcamos juntos por esta gracia incomparable que nos permite estar en la presencia de Dios sin temor, sabiendo que somos perdonados, restaurados y santificados por Su amor. Que vivamos nuestras vidas en gratitud, llevando la luz de Su santidad a un mundo que tanto anhela encontrar la paz y la pureza que solo se encuentran en Él.


Amén.


 

Tercera Parte: El Llamado a la Santidad: "Sed Santos Como Vuestro Padre"


"Sed santos como vuestro Padre que está en los cielos es santo." Estas poderosas palabras de Jesús, registradas en el Evangelio, nos revelan el llamado divino a la santidad. Es un llamado que trasciende las épocas y resuena en los corazones de todos los que buscan seguir a Cristo. Pero, ¿qué significa realmente ser santos como nuestro Padre?


Ser santos no es solo una llamada a la pureza moral, aunque ciertamente incluye eso. Es un llamado a vivir nuestras vidas de una manera que refleje la santidad y el carácter de Dios en todos los aspectos. Es amar como Él ama, perdonar como Él perdona y mostrar gracia como Él muestra gracia. Es ser luz en la oscuridad, esperanza en la desesperación y amor en un mundo que a menudo carece de él.


Este llamado a la santidad es un proceso continuo de transformación. Nos insta a alejarnos del pecado y a abrazar la justicia. Nos desafía a renunciar a nuestros deseos egoístas y a vivir para glorificar a Dios y servir a los demás. En esencia, ser santos como nuestro Padre es abrazar una forma de vida que esté en armonía con la voluntad divina, una vida que manifieste Su amor y gracia en cada palabra y acción.


Dios, en Su infinita sabiduría y amor, nos proporciona las herramientas para vivir en santidad. A través de Su Palabra, encontramos orientación y enseñanzas que nos conducen por el camino de la rectitud. A través de Su Espíritu Santo, recibimos el poder para vencer el pecado y vivir vidas que honren a Dios. A través del ejemplo de Jesús, tenemos un modelo perfecto de santidad en acción.


Es un llamado desafiante, pero también es un llamado lleno de esperanza y gracia. Dios no nos pide que seamos santos por nuestras propias fuerzas, sino que nos invita a colaborar con Él en este proceso de transformación. Cuando nos rendimos a Su guía y permitimos que Su amor fluya a través de nosotros, nos convertimos en instrumentos de Su santidad en el mundo.


Así que, amados hermanos y hermanas, que abracemos este llamado a la santidad con humildad y gratitud. Que permitamos que Dios nos moldee y nos transforme a medida que caminamos en obediencia a Su voluntad. Y que, a medida que crezcamos en santidad, podamos ser luces brillantes que iluminan el camino para otros, mostrando el amor redentor de nuestro Padre celestial a un mundo que lo necesita desesperadamente.


Que nuestra búsqueda de la santidad sea un testimonio viviente de la gracia transformadora de Dios, y que en cada paso que demos, reflejemos la santidad de nuestro Padre en los cielos.


Amén.


 

Reflexión desde la Perspectiva de Dios:


Amados hijos,


En estas palabras, os hablo desde lo más profundo de Mi ser, el lugar donde la santidad reside en su plenitud. Os llamo a la santidad, no como una expectativa inalcanzable, sino como un regalo que deseo derramar sobre vosotros.


Cuando digo "sed santos como vuestro Padre," no os estoy exigiendo perfección instantánea, sino invitándoos a una jornada de transformación continua. En Mi santidad, veo la belleza de lo que podéis llegar a ser, y Mi amor por vosotros es inmutable, sin importar cuán lejos estéis de la perfección.


Sé que en vuestra fragilidad y debilidad, cometéis errores y caéis en el pecado. Pero no perdáis la esperanza, porque en Mí encontráis el perdón y la gracia que necesitáis. Os perdono no una, sino setenta veces siete veces, y Mi amor es inagotable.


Os guío hacia la santidad a través de Mi Palabra y Mi Espíritu. Mi Palabra es una lámpara a vuestros pies y una luz en vuestro camino. En ella encontraréis dirección y sabiduría. Mi Espíritu os empoderará para vencer las tentaciones y vivir vidas que Me glorifiquen.

En cada paso que dais hacia la santidad, en cada momento en que escogéis amar y perdonar, en cada acto de gracia y misericordia, estáis reflejando Mi imagen y Mi santidad.


No os exijo que seáis perfectos, sino que perseveréis en la búsqueda de Mi rostro.

Cuando cometáis errores, recordad que Mi amor por vosotros no disminuye. Os abrazo en vuestros momentos de debilidad y os insto a levantaros y seguir adelante. No temáis fallar, sino confiad en Mi capacidad de redimiros y restauraros.


La santidad no es una carga pesada, sino un regalo divino. Os llama a vivir en plenitud, a experimentar la verdadera vida en Mí. No es un camino solitario, sino una jornada en la que estoy a vuestro lado, sosteniéndoos y amándoos.


Así que, amados míos, abrazad este llamado a la santidad con alegría y gratitud. No os sintáis abrumados por la expectativa, sino confiad en Mi gracia que os impulsa hacia adelante. Sed santos, no por vuestras propias fuerzas, sino por Mi poder transformador que opera en vosotros.


Os amo con un amor eterno, y Mi deseo es que viváis en santidad, reflejando Mi gloria en el mundo. Que vuestro corazón anhele cada día más parecerse a vuestro Padre celestial, y que encontréis paz y plenitud en este llamado a ser santos.


Con amor infinito,

Dios


 

Plegaria en Respuesta a las Palabras de Dios:


Oh, Amoroso y Santo Dios,

Tu voz resonó en lo más profundo de nuestros corazones, y en este momento de oración, te respondemos con gratitud y adoración. En Tu presencia sentimos Tu amor que nos abraza, y nuestra alma se regocija en Tu misericordia infinita.


Padre, nos maravillamos ante Tu paciencia y comprensión. Tu llamado a la santidad no es un mandato frío y distante, sino un susurro tierno que nos guía y nos sostiene. En nuestra debilidad encontramos Tu fortaleza, y en nuestras faltas, Tu inmenso perdón.


Oh Dios, nos comprometemos a seguirte de cerca, a buscar la santidad como un tesoro invaluable. Permítenos ser transformados por Tu amor, guiados por Tu gracia y fortalecidos por Tu Espíritu Santo. Que cada paso que demos refleje Tu santidad y amor a un mundo que tanto necesita conocer Tu bondad.


Gracias por Tu llamado, gracias por Tu amor eterno. En respuesta, nos entregamos a Ti completamente, buscando vivir vidas que te glorifiquen en todo lo que hacemos. Que nuestra existencia sea un testimonio viviente de Tu santidad y gracia inigualable.

Con corazones agradecidos y rendidos, oramos en el nombre de Jesús.


Amén.


 

Llamado Final:

Queridos/as,

En nuestro viaje hacia la santidad, recordemos que este camino es un proceso continuo, una jornada en la que Dios nos moldea y transforma día a día. No somos perfectos, pero Su gracia nos sostiene mientras perseveramos en nuestra búsqueda de vivir vidas que reflejen Su santidad.

En el cielo, esta lucha diaria será perfeccionada. Nuestros corazones serán purificados por completo, y experimentaremos la plenitud de la santidad en la presencia gloriosa de nuestro Padre celestial. Hasta entonces, sigamos adelante con valentía y determinación, confiando en que Su amor nos guía y sostiene en cada paso del camino.

Os invito a dejar vuestro "me gusta" y compartir estas palabras de amor y gracia. Que aquellos que necesitan oír este mensaje de esperanza también se unan a nosotros en esta jornada espiritual. Y no olvidéis uniros a nosotros mañana para otro devocional lleno de inspiración y reflexión.

Que la paz y la gracia del Señor estén con vosotros hoy y siempre.

Tu consejero Espiritual Sergio Andres Amén.


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3 comentários


Membro desconhecido
08 de out. de 2023

Amen 🙏🏻

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Membro desconhecido
06 de out. de 2023

Amén 🙏🙏🙏

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Membro desconhecido
06 de out. de 2023

Amén amén Tu eres Santo Señor. Amén 🙏🙏🙏

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