Salmo 44 (extracto)
Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,
La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.
Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos;
Afligiste a los pueblos, y los arrojaste.
Porque no se apoderaron de la tierra por su espada,
Ni su brazo los libró;
Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro,
Porque te complaciste en ellos.
Tú, oh Dios, eres mi rey;
Manda salvación a Jacob.
Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos;
En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.
Porque no confiaré en mi arco,
Ni mi espada me salvará;
Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos,
Y has avergonzado a los que nos aborrecían.
En Dios nos gloriaremos todo el tiempo,
Y para siempre alabaremos tu nombre.
Oración
Señor Todopoderoso, hoy elevo mi voz a Ti, reconociendo que toda victoria viene únicamente de Tu mano. Así como en tiempos antiguos Tú peleaste por Tu pueblo y los libraste, sé también mi fuerza y mi refugio en las batallas de la vida. No confiaré en mi propia habilidad ni en las herramientas humanas, porque mi esperanza está en Tu poder y en la luz de Tu rostro.
Padre amado, Tú eres mi Rey y Salvador. En Ti encuentro la seguridad para enfrentar cualquier adversidad. Te entrego mis luchas, mis temores y todo aquello que parece insuperable. Creo firmemente que, en Tu nombre, puedo derribar gigantes, superar obstáculos y caminar en la victoria que ya has preparado para mí.
Gracias, Señor, porque nunca me has abandonado. En medio de las dificultades, me recuerdas que no se trata de mi fuerza, sino de Tu gracia. Hoy me gloriare en Ti, sabiendo que mi vida está en Tus manos y que en Tu nombre encontraré la salvación y la paz que tanto anhelo.
Llena mi corazón de confianza y guía mis pasos hacia Tu propósito. Que mi vida sea un testimonio de Tu poder y Tu fidelidad, y que en todo momento, mi alma proclame: "La victoria está en el Señor."
Amén.
Conclusión
El Salmo 44 nos recuerda que las victorias no se logran por la fuerza humana, sino por el poder de Dios. Su diestra, Su brazo y la luz de Su rostro son suficientes para guiarnos hacia el triunfo, incluso en las situaciones más difíciles.
Confía en que el Señor es quien pelea tus batallas y nunca te abandona. Que este mensaje te inspire a soltar tus cargas y a depender completamente de Él, sabiendo que Su plan para ti es de victoria y propósito.
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Sergio Andrés, tu Consejero Espiritual.
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