Salmo 121:
Alzaré mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra.
No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel.
El Señor es tu guardador, el Señor es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche.
El Señor te guardará de todo mal, él guardará tu alma.
El Señor guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.
Jesús te dice hoy
Hija mía, hijo mío, cuando la incertidumbre toque a tu puerta y la tormenta de la duda empañe tu horizonte, alza tus ojos hacia mí. En el Salmo 121 encuentras un tesoro eterno: la certeza de que mi ayuda nunca te faltará. Yo soy quien creó los cielos y la tierra, quien extiende los montes y sostiene los océanos. ¿Cómo no voy a cuidar de ti, mi amado? En medio de tus desafíos, no caminas solo; mi paz está disponible para ti, y mi amor te rodea como un refugio inviolable.
Cuando sientas que tus fuerzas te abandonan y que los retos son demasiado grandes, recuerda: Yo soy tu guardador. Nada sucede fuera de mi control, y mis manos nunca se cansan de sostenerte. No temas al calor del día ni a las sombras de la noche, porque yo soy tu sombra protectora. Estoy a tu lado, cuidándote con un amor incansable que ni el tiempo ni las circunstancias pueden apagar.
No importa cuán incierto parezca el mañana, mi promesa es inquebrantable: "No se adormecerá ni se dormirá el que te guarda." Soy tu vigilante eterno, quien conoce cada uno de tus pasos, tus luchas y tus sueños. Cuando el mundo intente desbordarte, ven a mí. Mi presencia no solo es un refugio, es el lugar donde tus heridas sanan, donde tus fuerzas se renuevan, donde el miedo pierde su poder.
Déjame ser el ancla de tu alma, el amigo que nunca falla, el Padre que vela por ti con ternura. No necesitas cargar solo tus batallas; cada lágrima que has derramado, cada suspiro que nadie escuchó, yo los he recogido. Mi amor por ti es profundo, sincero, eterno. Ven y descansa en mí. Aquí encontrarás todo lo que tu corazón anhela y más.
Con todo mi amor, Jesús.
Plegaria en respuesta
Señor amado, en este día me postro ante Ti con un corazón que anhela profundamente Tu presencia. Tú eres mi refugio, mi auxilio en cada momento de necesidad. Gracias por ser el guardián de mi vida, por ser quien sostiene mi pie cuando el terreno es incierto. Al elevar mis ojos hacia Ti, no busco solo respuestas, sino la certeza de que en Tu amor inquebrantable encuentro la fuerza para seguir adelante.
Llena mi alma de valentía, Señor, para enfrentar las batallas que parecen superarme. Que mi mirada permanezca fija en Ti, recordando que eres el guía de mis pasos y la luz que ilumina mi camino. Dame la capacidad de experimentar Tu paz, esa paz que trasciende toda comprensión, y haz que mi vida sea un reflejo vivo de Tu amor para aquellos que también buscan esperanza en medio de sus tormentas.
Hoy, Señor, te agradezco por cada bendición, por Tu protección que nunca me abandona, y por las veces en que has intervenido de formas que aún no comprendo. Hazme un testigo de Tu fidelidad, que mi vida sea un canto de gratitud y confianza en Ti. Ayúdame a ser un canal de Tu luz, alguien que inspire fe y esperanza a quienes me rodean.
Permíteme caminar cada día más cerca de Ti, Señor. Que mi corazón descanse bajo Tu sombra protectora, y que en cada amanecer pueda recordar que en Ti encuentro descanso, fortaleza y propósito. Tú eres mi todo, Señor, y en Ti confío plenamente. Amén.
Amén.
Conclusión
En los momentos de prueba, recuerda que tu ayuda viene de Dios, el creador del cielo y la tierra, quien te conoce y te ama profundamente. Al levantar tus ojos hacia Él, descubrirás una fuerza que no solo sostiene, sino que transforma. Él es tu refugio, tu sombra protectora, y nunca apartará Su mirada de ti.
Deja que esa confianza en Su amor llene tu corazón y guíe tus pasos. Permite que Su paz sea un testimonio vivo en tu vida, irradiando esperanza a quienes más lo necesitan. No estás solo; cada paso que das refleja la protección y la seguridad de Su presencia.
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Sergio Andrés, tu Consejero Espiritual.
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