Reflexión
Sé que sientes un peso enorme sobre tus hombros. La angustia de cada día pesa más cuando ves las cuentas acumulándose, los pagos que no puedes hacer, la incertidumbre de cómo alimentar a tu familia mañana. Sé que has hecho todo lo posible, que has trabajado hasta el cansancio, que has intentado encontrar soluciones, pero parece que la puerta sigue cerrada.
Has orado, has clamado, incluso has llorado en secreto para que nadie vea tu desesperación. A veces sientes que Dios no responde, que el cielo está en silencio mientras la presión crece. Pero quiero decirte algo: Dios te ha escuchado. Él ha visto tu angustia, Él conoce tu lucha. Y aunque ahora no lo veas, Él ya está obrando en tu favor.
Este no es el final. La crisis no define tu destino. No fuiste creado para vivir esclavizado por las deudas ni para sentir que la vida es solo sobrevivir. Hay una salida, hay esperanza, hay un milagro en camino.
Oración
Padre amado, vengo delante de Ti con el corazón cargado y los bolsillos vacíos, pero con la certeza de que Tú eres el dueño de todo el oro y la plata. Sé que mi situación financiera no es invisible para Ti, que Tú ves cada deuda, cada factura impagada, cada preocupación que no me deja dormir.
Señor, me siento atrapado en un círculo de necesidades y deudas, en un desierto donde el trabajo no alcanza y la desesperación amenaza con ahogarme. Pero hoy elijo levantar mi mirada hacia Ti. No quiero confiar en mis fuerzas, porque ya no puedo más, sino en Tu poder, en Tu favor, en Tu provisión sobrenatural.
Abre caminos donde no los hay, toca corazones, mueve puertas, concede oportunidades donde parece no haber ninguna. Trae un trabajo estable, aumenta mis ingresos, dame ideas creativas para generar recursos. Protégeme de la angustia, de los cobradores implacables, de la desesperanza que me dice que nunca saldré de esto.
Señor, enséñame a administrar bien lo que me das, a tomar decisiones sabias, a no gastar más de lo que recibo. Ayúdame a saldar mis deudas y a caminar en libertad financiera. Declaro que en Tu nombre, esta temporada de escasez llega a su fin. Que la vergüenza de no poder pagar, la angustia de no saber cómo seguir, se transformen en un testimonio de Tu fidelidad y Tu amor.
Gracias, Señor, porque Tú no me abandonarás. Porque mi provisión no viene de los bancos, ni de los hombres, sino de Ti. Y si Tú eres mi proveedor, nunca me faltará nada.
Amén.
Комментарии