Queridos,
En estos tiempos de oscuridad y tribulación, especialmente tras la dolorosa situación en Venezuela, recordemos que nuestra esperanza y nuestra fortaleza están en Dios, el único y verdadero juez. No es casualidad lo que estamos viendo; es un recordatorio de que Dios sigue siendo el único juez, el Rey de reyes y el Señor de señores. Él es el supremo líder y nada escapa a su control.
La Biblia nos dice en Daniel 2:21: “Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.” Este versículo nos recuerda que, aunque los gobernantes terrenales puedan parecer poderosos, es Dios quien en última instancia decide quién está en el trono. Él tiene el poder de levantar y derribar, y su voluntad siempre se cumplirá.
En Apocalipsis 19:16, leemos: “Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.” Este pasaje nos revela la majestad y la supremacía de Cristo. No importa cuán grande o poderoso sea un líder humano, nuestro Señor Jesucristo es el verdadero Rey de reyes, y su reino no tendrá fin.
Dios es un juez justo y su justicia no se demora. En Salmo 75:7, la Escritura declara: “Mas Dios es el juez; a éste humilla, y a aquél enaltece.” Él ve toda la injusticia y la opresión, y aunque a veces parezca que la maldad triunfa, su justicia llegará a su debido tiempo.
El profeta Isaías nos recuerda en Isaías 10:1-3: “¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía! Para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos. ¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento?” Estos versículos nos aseguran que los dictadores y los opresores no quedarán impunes. Dios, en su tiempo perfecto, traerá justicia sobre aquellos que han actuado con maldad y han oprimido a su pueblo.
En Apocalipsis 20:11-12, vemos la escena del juicio final: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.” Esta imagen nos recuerda que todos, sin excepción, compareceremos ante el juicio de Dios, y aquellos que han cometido injusticias recibirán su merecido.
Hermanos y hermanas, no dejemos que el desánimo y la desesperanza nos abrumen. Mantengamos nuestra fe en el único Rey supremo, sabiendo que Él está obrando para nuestro bien y su gloria. Oremos fervientemente, intercediendo por Venezuela y por todas las naciones que sufren, pidiendo la intervención divina y la manifestación de su justicia.
Confiemos en que Dios, el Juez justo, pondrá todo en su lugar a su debido tiempo. Mientras tanto, sigamos siendo luz en este mundo, proclamando el amor y la verdad de nuestro Señor Jesucristo. Porque sabemos que Él es fiel, y su promesa es que un día reinará con justicia y paz eternas.
Amén.
Señor Todopoderoso, Rey de reyes y Señor de señores,
Tú que eres el único que pones y quitas, que levantas reinos y los derribas, nos dirigimos a Ti con profunda reverencia y urgencia en nuestros corazones. En tu soberanía, no hay nadie sobre Ti, y tu justicia es la única que prevalece por encima de todas las cosas.
Hoy, levantamos nuestras voces por Venezuela, un pueblo que ha sufrido bajo el peso de la adversidad. Señor, sabemos que no permitirás que sigan usurpando los derechos y la esperanza de tus hijos. Estamos confiados en que actuarás, pues Tú das a cada uno según sus obras.
Dios justo y verdadero, pedimos que tu voluntad se manifieste en Venezuela. Que aquellos que actúan con maldad y corrupción sean confrontados por tu poderosa mano. Que no puedan escapar de la rectitud de tu juicio. Restaura la paz y la justicia en esta tierra, y levanta líderes que honren tu nombre y caminen en tus preceptos.
Reconocemos que solo Tú puedes traer cambio verdadero y duradero. Imploramos que tu amor y tu gracia envuelvan a Venezuela, sanando sus heridas y restaurando su espíritu.
Señor, en tus manos ponemos el futuro de esta nación. Confiamos en tu misericordia y en tu capacidad para transformar incluso las situaciones más difíciles. Haz que tu luz brille en Venezuela y que tu justicia corra como un río que no se detiene.
Te lo pedimos en el nombre poderoso de Jesús, nuestro Salvador,
Amén.
Esta oración busca reafirmar la confianza en la justicia divina y la soberanía de Dios, pidiendo intervención y restauración para Venezuela bajo la guía de su voluntad perfecta.
En tiempos de incertidumbre y lucha como los que vive actualmente Venezuela, podemos sentirnos abrumados y desesperados al observar la injusticia y el dolor que prevalecen. Sin embargo, como creyentes, tenemos una fuente de esperanza y fortaleza que trasciende cualquier situación terrenal: la soberanía absoluta de Dios.
Dios, el Soberano Supremo
La Biblia nos enseña claramente que Dios es el único Rey de reyes y Señor de señores. En Deuteronomio 32:39, Él mismo declara: “Yo pongo a morir y doy vida; yo hiero y yo sano, y no hay quien pueda librar de mi mano.” Esta afirmación no es solo un recordatorio de su poder, sino también de su control absoluto sobre los acontecimientos del mundo. No hay líder, gobierno, ni nación que actúe fuera de su conocimiento o permiso.
Justicia Divina: Infalible y Puntual
Uno de los atributos más consoladores de Dios es su justicia. A diferencia de la justicia humana, que puede ser falible y a veces corrupta, la justicia de Dios es perfecta y eterna. En Romanos 12:19, se nos recuerda: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.” En tiempos donde la injusticia parece reinar, como en la situación actual de Venezuela, esta verdad debe ser nuestro consuelo y nuestra esperanza. Dios ve cada acción y cada corazón; nada le es oculto.
El Llamado a la Acción y la Esperanza
Mientras confiamos en la justicia de Dios, también estamos llamados a ser agentes de cambio y paz. Mateo 5:9 bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Esto no significa resignación pasiva, sino participación activa en la creación de un mundo más justo y amoroso, siguiendo el ejemplo de Cristo.
A su vez, como comunidad global y como hermanos y hermanas en la fe, nuestra respuesta debe ser de solidaridad y oración constante por aquellos que sufren bajo regímenes opresivos. Nuestra lucha no es solo física o política, sino espiritual. Efesios 6:12 nos dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”
Conclusión
En este momento crítico para Venezuela, recordemos que la última palabra la tiene Dios, quien es justo, poderoso y soberano. Él tiene el poder de cambiar las circunstancias más desalentadoras y está trabajando, incluso ahora, para el bien de aquellos que le aman. Como creyentes, nuestro deber es mantener la fe, seguir orando y actuar con justicia, sabiendo que en Su tiempo perfecto, Dios restaurará, sanará y rectificará toda injusticia. Aún en la tormenta, Él es nuestro refugio y nuestra fortaleza.
Que esta reflexión sirva para recordarnos que nuestra esperanza está anclada no en los hombres o en los sistemas terrenales, sino en Dios mismo, quien reina sobre todos los reinos de la tierra y quien, definitivamente, dará a cada uno según sus obras.
Comments