La fe es el pilar fundamental que nos sostiene, aun cuando no podemos ver con claridad lo que está por venir. En Hebreos 11:1, la Biblia define la fe como "la confianza en lo que esperamos y la seguridad en lo que no vemos". Pero, ¿qué sucede cuando esa fe comienza a tambalear? ¿Cómo nos mantenemos firmes cuando las circunstancias nos superan y nuestra esperanza se debilita?
A lo largo de la vida, habrá momentos en los que nos sentiremos perdidos, donde nuestras fuerzas y nuestra fe parecen desvanecerse. En esos momentos, podemos seguir el ejemplo del padre que clamó a Jesús: "Yo creo, ayuda mi incredulidad" (Marcos 9:24). Así como él, nosotros también podemos pedir a Dios que fortalezca nuestra fe. Hoy quiero invitarte a reflexionar sobre la importancia de pedir más fe, no basada en lo que vemos, sino en la confianza en lo invisible.
La fe no es simplemente una emoción o un pensamiento positivo; es una decisión constante de confiar en Dios aun cuando las circunstancias nos desafíen. Cuando nos sentimos débiles, podemos pedirle a Dios que nos ayude a ver más allá de lo visible, que nos permita experimentar su presencia, aunque no siempre sea evidente.
La clave está en entregarnos a Él en oración y pedirle que nos renueve, que reavive esa pasión inicial que teníamos al comenzar nuestro caminar con Él. A veces, las preocupaciones diarias pueden nublar nuestra visión, pero Dios está listo para fortalecer nuestra fe si se lo pedimos con un corazón sincero.
Oremos:
“Dios padre, abre mis ojos. No para ver el mundo más claramente, sino para verte a ti. Abre mis ojos para verte trabajando a mi alrededor y dentro de mí.
Nada sucede por accidente. Porque estás todos los días de mi vida. Permíteme ver tu mano en lo fantástico y eterno. Ayúdame a confiar en lo que no puedo ver y a creer en tu presencia invisible.
Señor, cuanto anhelo esos momentos tempranos en mi fe, cuando sentía tu cercanía, tu alegría, mi energía y entusiasmo por la vida. Confieso que la rutina diaria ha reducido mi pasión por ti. Confieso que permito que las preocupaciones del mundo o en el gozo del Evangelio. Señor, vuelve mi corazón hacia ti. Fija mis ojos en ti. Ayúdame a restablecer mi fe y mi vida.
Renuevo mi corazón. Renuevo a mi vida por ti y tus caminos. Ayúdame a ver las rutinas diarias de la vida como momentos para someterme con gracia a tu voluntad.
Gracias por ser el Señor de mi vida todos los días en el nombre de Jesús. Amen.”
La fe es un regalo que podemos pedir a Dios para que crezca en nosotros, especialmente en los momentos en que nos sentimos más débiles. Si alguna vez sientes que te falta fe, no dudes en pedir más. Nuestro Padre celestial está dispuesto a fortalecerte, a abrir tus ojos para que veas su mano obrando en tu vida, incluso en las circunstancias más difíciles.
Te invito a que cada noche nos unamos en oración y reflexión, pidiendo juntos a Dios que fortalezca nuestra fe y renueve nuestro corazón. Cada día compartiremos una Oración y Reflexión de la noche, donde juntos nos acercaremos más a Dios. Que Dios te bendiga y llene de paz tu corazón.
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