Al caer la noche, muchas veces el silencio y la oscuridad traen consigo una invitación a la reflexión. Sin embargo, en medio del cansancio del día y de todas las decisiones que hemos tomado, puede suceder que lleguemos a ese momento con la mente tan nublada que no sabemos ni siquiera qué decirle a Dios. Quizás fue un día difícil, quizás todo lo que nos rodea parece abrumarnos, y simplemente no encontramos las palabras. Sin embargo, este momento de silencio no es un obstáculo para acercarnos a Dios, sino una oportunidad para descansar en Su presencia y depender completamente de Él.
La oración no siempre necesita de grandes discursos. A veces, el acto más poderoso es simplemente arrodillarnos, cerrar los ojos y reconocer que dependemos de nuestro Padre celestial para todo. Aunque nuestra mente esté en blanco, nuestro corazón siempre puede encontrar un susurro de entrega y gratitud hacia Él.
Oremos:
“Padre, dormir es un recordatorio de que dependo total y completamente de ti, no tengo fuerzas infinitas, no puedo seguir trabajando indefinidamente, necesito dormir para refrescarme.
En última instancia necesito que me des descanso, la verdad es que soy una criatura dependiente, depende de ti para que me des vida, aliento y fuerza. Cuando trato de vivir por mi cuenta, me duele el corazón, cuando vivo en dependencia de ti recibo gracia y misericordia.
Así que mientras me voy a dormir quiero proclamar mi total dependencia de ti. Mientras me quedo dormido es un claro recordatorio de que no tengo el control, te necesito, necesito que me sostengas durante la noche y necesito que me sostengas durante mi vida.
Por favor, dame la gracia del descanso, dame la gracia de descansar, permíteme, señor, amanecer renovado por la mañana, yo dependo de ti mi buen y bondadoso padre, confío en que me sostendrás y que me despertarás con energía fresca por la mañana, un día más para hacer tu voluntad y experimentar la alegría de saber que soy tu hijo. En el nombre de Jesús.
Amén.”
Al final de cada día, recordemos que no se trata de tener siempre las palabras correctas. Dios conoce nuestro corazón, y a veces, lo único que necesitamos es reconocer que dependemos de Él, incluso cuando no sabemos qué decir. Si hoy tu mente está agotada y las palabras no fluyen, no te preocupes. Entrégale tu silencio, tu cansancio y confía en que Él siempre estará contigo.
Te invito a unirte cada noche a la Oración y Reflexión. Juntos podemos descansar en la presencia de Dios. Que Dios te bendiga y te renueve siempre.
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