A veces, en nuestra vida espiritual, podemos caer en una comprensión superficial del Evangelio, pensando que seguir a Cristo nos asegura un camino sin obstáculos. Sin embargo, la verdad es que el Evangelio nos prepara para enfrentar las realidades de la vida con una esperanza más grande que cualquier dificultad: la promesa de la vida eterna. Esa esperanza no se basa en nuestras propias fuerzas, sino en la obra redentora de Jesús, quien murió por nuestros pecados y resucitó para darnos vida eterna.
Como creyentes, nuestra fe no está exenta de pruebas, pero sabemos que no enfrentamos estas luchas solos. El Señor nos acompaña y sostiene, y cuando dejamos que Su verdad se establezca en nuestros corazones, encontramos la fuerza para avanzar con valentía. Esta es la realidad del Evangelio: un mensaje de salvación, sacrificio, y victoria a través de Cristo.
Oremos:
“Padre celestial, reconozco que seguirte no ha sido fácil, a menudo me dejo arrastrar por mi humanidad terminando siempre por los suelos. Entiendo que la vida espiritual es una guerra y que se libra desde adentro, muriendo al yo y resucitando en Cristo.
Gracias por tu paciencia y perdón a mi terquedad al querer resolver la vida por mis propias fuerzas, olvidando que tú me sostienes, llena mi corazón con humildad y despeja mi mente para que pueda entender tus designios, afina mis oídos a tu mensaje, que pueda grabar tus palabras en mi corazón para siempre.
Al leer tu palabra, puedo ver entre líneas un amor abnegado y verdadero, desde el alba de la mañana hasta la niebla de la oscuridad de la noche, todo es un reflejo de tu gran amor.
Por supuesto que hay pruebas y tribulaciones, pero ¿qué hijo tuyo no experimentó el dolor y sufrimiento?
Hoy quiero dormir seguro aceptando la realidad de la vida, pero me dispongo a enfrentar la con honor y valentía, con fuerza y determinación, porque no estoy solo, tú eres mi amado padre, tú peleas por mí, eres mi Dios todo poderoso, tú peleas por mí la victoria, la victoria, tú ya es y te amo, gracias Señor,
por darme esta maravillosa promesa, descanso en la paz de saber que está siempre al control.
Buenas noches, en el nombre de Jesús, Amén.”
Queridos, el Evangelio es una invitación a caminar en la verdad y el amor de Dios, con la confianza de que no importa lo que enfrentes, Él siempre estará contigo. Cada noche, cuando nos acercamos a Él en oración, encontramos descanso para el alma y fortaleza para el espíritu.
Te invito a que sigas este camino de fe, y que cada noche nos unamos en oración para reflexionar en Su Palabra y experimentar juntos Su paz. Que Dios te bendiga y guarde siempre.
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