Luego de una larga jornada llegas a tu casa cansado, lo último que quieres es rendir cuentas de tus actos, cenas, lavas tus dientes y te acuestas a dormir, miras al techo y piensas en aquello que hiciste y no hiciste, en cómo será el día de mañana. Das un último vistazo al celular y te quedas dormido.
Al día siguiente corres por la casa de un lado para otro buscando la ropa adecuada para irte al trabajo, llegas en la noche y se repite el ciclo.
Volvamos a ese momento donde mirabas al techo, sentías que algo no estaba bien, algo faltaba para que aquella noche fuera diferente, se trataba tal vez de alguien a quien debías llamar. Miras tu lista de contactos y no está.
Al otro día llega la tempestad, sucede algo que sacude tu vida. Ahora sí enseguida te acuerdas de Dios.
A menudo descubro que Dios cautiva mis pensamientos cuando estoy en el abismo, cuando estoy necesitado o desesperado, es fácil correr hacia Dios y clamará mi santo padre cuando estoy en problemas.
¿Crees que esto también te sucede a ti? ¿Estás más cerca de Dios en tus días más oscuros?
Gremías capítulo 2, versículos 27 al 28: “Porque me han vuelto a la espalda, pero en el tiempo de su angustia dirán, levántate y sálvanos, pero donde están los dioses que te hiciste, que se levanten si pueden salvarte en el tiempo de tu angustia.”
A veces, el mayor obstáculo para estar en comunión con Dios es luchar con nuestras propias mentes y eliminar cualquier excusa que tengamos. No tengo tiempo, no soy digno, estoy tan cansado, todos tenemos excusas.
El mío suele ser que estoy cansado, seré honesto, pero es una excusa poco convincente. Así que mientras me reto a mí mismo a dejar de poner excusas, voy a desafiarte a ti a hacer lo mismo, ¿Te unes?
Recuerda que a Dios le encanta escuchar de nosotros tanto en los buenos como en los malos tiempos.
Oremos:
“Gracias, señor, porque eres el Dios Todopoderoso, que perdona todos nuestros pecados y perdona todas nuestras malas acciones.
Solo quiero pedirte perdón por las veces que te he olvidado. Perdóname por las veces que busque hacer mi voluntad antes que la tuya.
Gracias por que he sido salvado por la sangre de Dios, que quita el pecado del mundo. Pero señor, al igual que los discípulos en el aposento alto, necesito que mis pies sean lavados por ti, que mi corazón sea limpiado en el poder del espíritu y mis pecados sean perdonados, sabiendo que tú eres un Dios fiel que está dispuesto a perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.
Perdóname por querer hacer mi propio camino en lugar de buscarte a ti primero. Ayudadme a mirar a Jesús, en cada momento del día, mientras me preparo para ir a dormir.
Gracias por que tus misericordias son nuevas cada mañana y gracias por tu gran fidelidad hacia mí y hacia todos los que han confiado en Cristo. Ayúdame descansar profundamente esta noche para que pueda despertar renovado por la mañana y estar listo y equipado para cumplir tu voluntad.
Abre mis ojos para verte y mis oídos para escuchar tu voz, que me habla suave y tiernamente. Guíame por el camino de la justicia, te lo pido desde este día en adelante en el nombre de Jesús. Amén.”
A menudo, en medio de la rutina, olvidamos lo más importante: nuestra conexión con Dios. No esperes a que lleguen los días oscuros para buscarlo, porque Él siempre está esperando escucharte, tanto en los momentos de alegría como en los de angustia. Hoy te invito a no poner excusas, a dejar a un lado el cansancio, y a dedicar un momento cada noche para entregarle tu corazón y tus preocupaciones. La oración no solo te acercará a Dios, sino que también llenará tu vida de paz y renovación.
Te invito a que te unas a mí cada noche para orar y reflexionar juntos. Sigue mi blog y dale me gusta. Cada día compartiremos una Oración y Reflexión de la noche, buscando la guía y el consuelo de Dios. ¡Nos vemos mañana para otra oración! Que Dios te bendiga.
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